Técnica para trabajar los apegos emocionales

El psicólogo Walter Riso, autor del libro Desapegarse sin anestesia, explica que el apego sentimental es un vínculo obsesivo por una persona, objeto o idea. Se basa en cuatro falsas creencias: que algo o alguien te va a hacer feliz, te va a dar seguridad, dará sentido a tu vida y que será permanente. 

Hasta cierto punto es normal sentir cariño hacia una persona e incluso objetos, pero si ese apego hace que no se tenga tranquilidad y existe un alto nivel de miedo a perder aquello que se desea o se tiene, sacrificando la alegría, la independencia y hasta la estima personal, el apego puede llegar a grados patológicos.

Tenemos apego cuando tenemos miedo de la libertad. Tenemos apego cuando perdemos el poder interior. Tenemos apego cuando nos volvemos dependientes de una persona, de un evento, de una circunstancia. 

Los apegos se dan en el campo emocional o  astral, que es el campo de los sentimientos. En estos casos nos separamos porque aunque estemos muy juntos y muy cercanos a aquello a lo que nos aferramos,  si la relación se basa en el apego, estamos profundamente separados en nuestra esencia, puesto que no hay libertad. De esta forma, mientras más cerca estén nuestros cuerpos y nuestras personalidades si hay apego, más lejanas están nuestras almas. 

Por tanto, el desapego no significa amar menos, sino liberarse de las ataduras que crean el miedo a la pérdida y el sufrimiento. El desapego no es sinónimo de pérdida, sino de ganancia porque también significa vivir con mayor intensidad el presente, siendo plenamente conscientes de que es lo único que tenemos.

Si miramos el objeto de nuestro apego con una simplicidad nueva, comprenderemos que no es ese objeto lo que nos hace sufrir, sino el modo en que nos aferramos a él. –Matthieu Ricard-

Para comenzar a trabajar el apego, es importante tomar en cuenta lo siguiente:

1. Identifica. Para desprenderse de un sentimiento es necesario entender que toda necesidad, física y afectiva, es potencialmente susceptible de convertirse en un apego. Cuando no tienes control y sientes que te hace mucha falta; cuando la necesidad se convierte en algo imprescindible y no eres capaz de decir: si lo tengo bien, y si no, también, entonces es un foco rojo, afirma Walter Riso.

 2. Cuida tus expresiones. Un apego puede iniciar con algo tan simple como lo que expresas. La frase “te necesito” refleja que aquella persona es indispensable y que en tu vida hay un vacío sin él o ella. Lo ideal es sustituirla por un “te prefiero”, sugiere Riso.

 3. Recapitula. Antes de dormirte, aparta cinco minutos para repasar los principales acontecimientos que viviste en el día y responde a las preguntas: ¿He hablado con serenidad y desapego? ¿He practicado el desapego cuando en momentos de desequilibrio emocional?

 4. Pide ayuda. Desprenderse de cosas con un valor sentimental cuesta mucho trabajo. Si es tu caso y no sabes cómo lograrlo pide ayuda a un amigo, pero si piensas que no lo puedes manejar busca ayuda profesional.

 5. Atención. Presta atención a otro objeto, es decir, sustituye el objeto de apego por otro. Al centrar tu atención en otras ideas o cosas eliminas tu energía sobre aquello que te ata e impide actuar libremente, explica Bhikkhu Nandisena, monje buddhista de la tradición Theravada birmana.

Para complementar el trabajo se pueden hacer estos ejercicios para el desapego

1. Ejercicio de las piedras

A menudo no somos conscientes del peso que representan nuestros apegos. Los llevamos desde hace tanto tiempo que nos hemos acostumbrado a ese peso. Este ejercicio consiste en recopilar varias piedras de tamaño medio. Luego, con un marcador, escribe en cada una de ellas los apegos que tienes, ya sea a personas, relaciones, hábitos, objetos… Cuando hayas terminado, reparte las piedras en tus bolsillos o ponlas en una bolsa. Tendrás que cargarlas durante todo el día. Al cabo de un rato, comenzarán a pesar y se convertirán en obstáculos. En ese momento, revisa las piedras y elige una para deshacerte de ese apego. Tira esa piedra con determinación y alegría, sintiendo como eres cada vez más ligero/a.

Tirar una piedra donde esté escrito el nombre de un amigo, por ejemplo, no significa cortar con esa persona, sino con el tipo de relación que hemos desarrollado, que es lo que genera sufrimiento y dependencia. 

2. Controlar la incertidumbre

Otro buen ejercicio consiste en recordar una situación pasada con un alto grado de incertidumbre que haya terminado bien. Recuerda todas las preocupaciones que rondaron tu mente, las preguntas que te planteaste y tus temores. Ahora es probable que esas preocupaciones te parezcan banales, pero en aquel momento no lo fueron.

Intenta ver esas preocupaciones con los ojos de hoy, hasta el punto de que te parezcan francamente ridículas. Cuando logres reírte de algo que te atemorizó, significa que ese miedo ya está superado. Transfiere ese sentimiento a tus preocupaciones actuales de manera que te des cuenta de que quizá dentro de unos días o semanas, habrán quedado atrás.

El objetivo de esta técnica es que comprendas y asumas que tus pensamientos y preocupaciones no son permanentes, sino que cambian continuamente, al igual que tus emociones, por lo que no tiene mucho sentido aferrarte a ellos hasta el punto que te hagan sentir mal. Ante una situación difícil, pregúntate siempre cómo tu mente está empeorando las cosas.

3. Explorar las emociones

Un ejercicio muy sencillo, para cuando te sientas mal, consiste en explorar las emociones que estás sintiendo y fijarte en su expresión corporal. No las juzgues, simplemente nótalas y, luego, asúmelas. Puedes decirte: “me siento enfadado y lo acepto, dejo que esa sensación se exprese”. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de California desveló que etiquetar las emociones sirve para reducir su impacto, lo cual se debe a que cuando las expresamos con palabras se activan las zonas del cerebro relacionadas con la inhibición emocional. 

A continuación, imagina que esas emociones son como nubes y, al igual que estas, desaparecen con el viento. Imagina esas emociones-nubes y céntrate en cómo desaparecen de tu horizonte. Cuando termines te sentirás mucho mejor.

Por último, se recomienda realizar ejercicios para cortar cordones energéticos y también se puede repetir este decreto:

En el nombre de Yo Soy el que Soy y de la presencia crística en mi, pido ayuda a mis guías y maestros más elevados para liberar en mí los apegos emocionales, mentales y físicos que no me dejan avanzar y que no son energía de luz y amor. Así mismo pido liberar las memorias de apego con ni alma gemela y con cualquier otro ser que no me permiten sentir el amor incondicional por mi mismo/a y por los demás. Hago mi desapego con armonía, paz y libertad. 

¡Que así sea, así es y así será!


Fuentes: www.salud180.com / abundanciaamoryplenitud.blogspot.com /muhimu.es

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *