Manual para el manejo de envíos energéticos, primera parte

publicado en: ASTRALISMOS | 0

El primer error que se comete al saber que se es víctima de un ataque psíquico es tratar de responder con otro ataque. Por lo general las personas acuden a algún  psíquico (brujo o clarividente, entre otros) y casi siempre es en este tipo de consultas que se enteran que alguien les está haciendo envíos energéticos.

Bajo el nombre de envío energético se conocen aquellos tipos de ataques psíquicos en los cuales alguien deliberadamente concentra su energía negativa y la envía a otro a quien considera su enemigo con la intención de producir algún daño.

Para ello se suelen utilizar elementos y recursos que pueden incluir velas, oraciones y plegarias, los cuales son parte de algún ritual. De ahí que tales envíos estén mayormente vinculados con diversas prácticas y creencias paganas. En términos generales estos envíos energéticos se conocen como trabajos de brujería y son parte de la magia negra.

Las prácticas pueden variar de acuerdo a los distintos países y cultos, pero en Latinoamérica es usual que estos trabajos estén vinculados con la santería y la palería (derivadas de religiones africanas). También pueden estar ligados a prácticas indígenas y de otras culturas. Cualquiera sea el caso, lo importante es que la intención del envío es perjudicar a otro.

El consultor suele hablar de velaciones, entierros, trabajos con muñecos u otros, los cuales son usados para hacer el ataque y con ello busca explicar la naturaleza del ataque energético.

En cualquiera de los casos lo recomendable no responder al envío con otro envío. Sin embargo, el criterio común que quienes hacen consultas de este tipo es que la víctima debe defenderse contrarrestando el envío con otro que se encargará de “recoger” o detener lo enviado. Pero, ¿cómo funciona esto energéticamente?

El brujo, guía, consultor o quien se encargue de hacer el contra-envío, por lo general lo que hace es invocar a una o varias entidades con las que suele trabajar y que le acompañan (entidades del astral).

Serán invocadas al realizar el ritual y se les hará la petición de auxilio. A cambio, estas entidades pueden pedir que le enciendan velas o les ofrenden algún alimento, bebida, objetos e incluso animales y hasta sangre. Se hace así un contrato psíquico o acuerdo con ese ser, a cambio de que cumpla la misión de “ayudarnos”.

La entidad, dependiendo de su nivel, puede contrarrestar a la otra entidad enviada a través del ataque, o también, a través del pacto, el envío es desviado hacia otra persona e incluso animal que se convierte en receptor del “daño”.

Con ello se es posible muchas veces liberar a la víctima del ataque, pero a cambio debe pagar el favor. Aunque tácitamente la persona no haya establecido un pacto, sin darse cuenta adquirió un compromiso y estableció un lazo con la entidad que lo “ayudó”.

Ocurre entonces que la entidades ayudantes (a veces llamadas santos) lanzan cordones energéticos a la persona para engancharse a ella a través de su aura y sus chakras.

A través de estos lazos buscan que la persona sienta necesidad de seguirle o de convertirse en creyente de su corriente. Con ello, estos seres del astral se vitalizan y obtienen energía. Esto sucede incluso sin que la persona se dé cuenta y hasta en los casos en los que no vuelve a consultarse o realizarse más “trabajos” de esta naturaleza.

De esta forma, ciertamente, es viable se contrarrestar los ataques con estas herramientas, pero ello a cambio de hacer contrato con otra entidad del astral. Por tanto, retiramos de una entidad astral que nos atacaba, pero hacemos un acuerdo con otra, para «liberarnos». Un ejemplo práctico de esta situación, que ocurre en el mundo físico, es de aquel que contrata a un criminal para liberarse de otro criminal.

Todo este proceso opera en los subniveles bajos plano astral. Se trata de los niveles energéticos donde solemos movernos, aunque no sea visible al ojo humano. Es el plano adonde vamos en nuestras horas de sueño.

El manejo del plano astral como base

El astral (cuarta dimensión o 4D) es el más cercano a nuestra tercera dimensión, plano físico o 3D. Es más sutil que el plano visible, por ello tiende a confundirse con planos de luz, sobre todo porque es uno de los primeros que se ve cuando se desarrolla la clarividencia. Muchas personas con clarividencias y algunas que han tenido experiencias cercanas a la muerte describen este tipo de luces.

Pero no es ahí donde moran seres más luminosos. Por el contrario, en esta dimensión -principalmente en los subniveles más densos-  moran entidades desencarnadas e incluso demonios y creaciones astro-mentales (egrégores).

Lee también: ¿Qué es un egregor?

Tomando en cuenta el orden establecido para los distintos planos, a saber físico-etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico (según la teosofía), una de las mejores formas de ilustrarlo lleva a visualizarlos de forma vertical, a fin de entender que la diferencia entre cada uno de ellos se halla en su frecuencia vibratoria.

Los diferentes cuerpos sutiles del hombre se corresponden con los planos homónimos donde se desenvuelve el alma humana. (*) Los nombres y el orden se corresponden con los establecidos en los estudios teosóficos.

Lee también:  Anatomía Energética III: Cuerpos y planos energéticos

Esta representación, que hace que pensemos que los planos y cuerpos energéticos están ubicados unos encima de otros no es exacta, pues los planos coexisten y se interpenetran unos con otros, por lo que sería más lógico pensar que están unos al lado del otro (lo que tampoco es exacto). Sin embargo, ayuda a ilustrar lo que ocurre con los envíos astrales.

La estrategia vertical

Aún cuando realmente no es posible definir la posición de los planos, con la analogía de la ubicación vertical de los planos podemos entender más fácilmente la forma de contrarrestar estos envíos. El objetivo es entonces colocarse en un nivel superior (si lo vemos en vertical) en relación con el plano en el que opera quien realiza el ataque.

Para ello, el trabajo consiste en elevar la frecuencia vibratoria del campo bioenergético de la persona que es atacada,  a fin de tratar de ponerse a tono con los planos superiores del astral, el plano mental o niveles más sutiles (por encima del astral).

Por el contrario, contrarrestar estos ataques con cualquier tipo de brujería nos pone a operar a nivel horizontal en los planos, es decir, operamos desde el astral. Es un proceso horizontal, aún cuando se trate de trabajar con entidades en algunos de los subniveles del astral. Lo mismo pasa si nos dejamos llevar por los temores y nos ponemos paranoicos en cuanto a protección o en cuanto a estar pensando en los posibles atacantes y en cómo defendernos de ellos. De ahí el nombre de “astralismos” para todo este tipo de actividades.

El trabajo a nivel horizontal (el que se suele utilizar), al colocarnos en el mismo nivel del que envía la energía densa puede derivar en una especie de guerra psíquica. Sucede si al contrarrestar un envío con brujería o estar «protegiéndonos del ataque», el atacante vuelve a enviar más energía negativa (otro trabajo), cuando detecta que “tumbaron” lo que había lanzado previamente.

En este proceso de guerra psíquica influye lo que que conoce como «efecto bumerán» el cual depende de la capacidad del atacante. Si quien hace el envío energético tiene a su alrededor la suficiente protección, al devolver la energía esta se potencia y es reenviada nuevamente con mayor potencia. 

Así, la situación se convierte en un círculo vicioso del cual es difícil salir. A diferencia de esto, cuando se opera en sentido vertical, tratando de ubicarse en un nivel superior al de aquel que hace el envío, se presenta un desnivel que ubica al agresor y a la víctima en posiciones distintas en los planos sutiles. Se trata de frecuencias distintas.

Las oraciones como eje de la defensa

Para que el proceso sea vertical es importante utilizar herramientas espirituales distintas, enfocadas en limpiar nuestro campo y no en vengarse o devolver el envío al otro. Entre estas herramientas, destacan las oraciones e invocaciones a seres de luz que moran en los planos sutiles, además de aquellas técnicas que aceleren la vibración del aura. Recordemos que por ley universal (ley de vibración), todo vibra, incluyendo nuestra aura y las entidades astrales.

Un campo energético de vibración lenta tiende a tener una frecuencia vibratoria cónsona con la de las entidades astrales. Si nuestra aura tiene una frecuencia más baja o igual que estos seres, pues somos presa fácil de estos envíos. Por ello, con el uso de astralismos (brujerías) no se eleva la frecuencia del aura y seguimos siendo blanco de ataques.

Elevar la frecuencia vibratoria no ocurre de la noche a la mañana. Depende de la calidad de pensamientos y sentimientos y requiere una depuración de estos cuerpos (personalidad), así como de la elevación del nivel de consciencia, sabiduría y conocimiento.

No obstante, con la oración llevamos al aura a desarrollar la “aspiración” a planos superiores y eso ayuda a ir elevando la vibración. Con oraciones y plegarias, realizadas de forma continúa, se comienza a movilizar el éter del campo energético humano y es posible establecer conexión con planos sutiles. Esto lleva a la aceleración del campo bioenergético.

Mientras se mantenga por mayor cantidad de tiempo esta aspiración (a través de oraciones), la vibración irá aumentando paulatinamente. Es algo semejante encender cualquier tipo de aparato eléctrico a través de varios niveles de frecuencia.

Ese proceso debe acompañarse de limpieza energética y física: baños con sal marina y ejercicios bioenergéticos que despejen el campo y lo liberen de impurezas (moco aural).

En la medida en que la persona sostiene la oración va acelerando su campo y alejándose del nivel donde se movilizan entes del bajo astral. Con ello puede esquivar los envíos que buscan engancharlo, en virtud de que su vibración lo pone en otro nivel.

Esto es un proceso que, como se dijo antes, ocurre de forma paulatina. A diferencia de lo que puede prometer un brujo o cualquier otro operador en el astral cuando afirma quitar eso rápidamente, sin que el implicado ponga de su parte algo más que dinero o materiales.

El esfuerzo para tratar de operar en otros niveles y frecuencias requiere  dedicación y perseverancia, pero los resultados son más beneficiosos y se mantienen a largo plazo, si la persona continúa con prácticas espirituales. Sobre todo si el afectado es capaz de mantener la oración por mucho tiempo y lo asume como parte de su rutina.

Algunas herramientas espirituales a utilizar ante los envíos energéticos

Además de las oraciones, otras herramientas también son útiles en estos casos y sirven como complemento que hace más efectivo el proceso. Una de estas herramientas es el símbolo Antakarana.

Muy utilizado como parte de algunos tipos de reiki, al antakarana es un símbolo tibetano con variedad de usos. Uno de ellos es la parrilla reiki. Se trata de una disposición que coloca sobre el símbolo una serie de cristales de cuarzo. Su función es de limpieza y protección del campo energético. Para ello se coloca sobre el símbolo el nombre del afectado, y se arma una figura imaginaria con cristales (colocando uno al centro).

Con un cristal maestro se activa la figura cada 72 horas, realizando peticiones por el bienestar y la protección. Al ejecutar estas activaciones por varias meses, el campo de la persona puesta en la parrilla se limpia y se contrarrestan los envíos, pues los cristales sirven de pararrayos y recogen la carga.

Lee: La parrilla de cristales y sus efectos en casos de ataques psíquicos

Así, mediante las emanaciones del símbolo se transmuta la energía negativa.

En mi experiencia, la parrilla reiki es uno de los complementos más efectivos en el manejo de energías enviadas. He visto cristales que cambian de color, se vuelven opacos, se quiebran y hasta son movidos del antakarana, durante este proceso de limpieza.

Lee: Técnicas con mandalas y cristales para protección energética

La cristaloterapia también suele ser muy efectiva para el manejo de ataques. En este caso la técnica debe implicar un trabajo complementario con Ángeles protectores a fin de hacer que los cristales puedan atrapar o disolver la forma energética que ha sido enviada. En cualquier circunstancia, el nivel vibratorio de los átomos de los cristales, principalmente el cuarzo, tiene la potencia necesaria para disolver la energía emanada en los ataques.

Paralelamente, el uso de mantras, mandalas, símbolos de protección también ayudan en el proceso, aunque hay que tener en cuenta la calidad vibratoria de algunos símbolos, su significado y sus usos. Por ejemplo, la estrella de cinco puntas es recomendable pero hay que saber utilizarla pues si se coloca de la forma errada el efecto es contrario al esperado.

En este punto vale acotar que los símbolos solo son complementos e instrumentos de trabajo en este proceso de defensa, pero no sustituyen lo esencial, que tiene que ver con el trabajo de autoconsciencia, el manejo de emociones y pensamientos, y  del propio campo energético. Esto significa que los símbolos, dijes o estampas no sustituyen la protección que proviene de un aura fuerte y de alta escala vibratoria.

Por tanto, si me coloco muchos símbolos en el cuerpo, uso pulseras y collares con dijes, cargo cristales y estampas encima, pero mi aura vibra en frecuencia astral, mantengo miedos, pensamientos negativos y deseos de venganza, o me vuelvo supersticioso y obsesivo y no dejo de pensar en los posibles ataques, estoy dejando espacio para que el ataque se enganche.

En muchos casos la gente me pregunta por estas situaciones y lo que observo es que llevadas por el temor, se cuelgan encima y colocan en su entorno todo tipo de “protecciones”, aunque no se dan cuenta de que aura está abierta al ataque debido a sus emociones y pensamientos. El temor y el miedo al ataque ubica a la persona en una escala vibratoria semejante a la del atacante. Por ello fácilmente se vuelve su blanco.

De esta forma, las ideas y sentimientos de odio, miedo, venganza, así como el estar pendiente de lo que posiblemente haga el atacante mantienen el campo vibratorio en bajas frecuencias y no ayudan a acelerar la vibración.

Como cierre, haré mención a una de las ideas expuestas en el texto «Los Ángeles al alcance de todos», en el cual explica la labor de ayuda que ofrecen al humano estos seres de luz.

En efecto, existe en el Cosmos una regla según la cual una persona sólo puede perjudicar por vía mental con su odio, su desprecio o sus malos sentimientos, a otra persona que posea un nivel de vibración inferior o similar al suyo. Es decir, que sólo nos puede echar un «mal de ojo» alguien que nos iguale o supere en nivel vibratorio. Lo mismo ocurre con las videncias, sólo puede vernos, localizarnos o intentar influir
sobre nosotros, a través de la magia, una persona que nos iguale o supere en nivel de vibración.

Por lo tanto, si conocemos la fórmula para aumentar este nivel, podremos inmunizarnos contra los ataques psíquicos. Son numerosas las prácticas que pueden hacer bajar el nivel de vibración: el alcoholismo, el tabaquismo, la drogadicción, los excesos sexuales, las comidas demasiado abundantes, el consumo de carne animal, y además, toda clase de emociones tales como la envidia, la codicia, la ira, la exaltación egótica, el resentimiento o la falta de amor.

Al rebajar nuestro nivel de vibraciones nos volvemos permeables, tanto a las agresiones psíquicas como a las microbianas, o sea, a las enfermedades. Esto no quiere decir que el abandono de una actitud negativa pueda constituir por sí solo una inmunidad; por ejemplo, ser vegetariano no significa forzosamente poseer vibraciones muy altas, porque, de
forma paralela, se pueden tener todos los demás defectos. Se trata más bien de una actitud global, de un equilibrio entre todas las prácticas mencionadas. 

Kabaleb

 La esencia de la defensa psíquica

Otro aspecto clave respecto a este tema tiene que ver con el hecho de que la esencia de la defensa psíquica está en no engancharse en la pelea con el supuesto enemigo. Esto significa que la mejor defensa consiste en no tratar de contrarrestar lo que el otro hace y dejar de verlo como enemigo.  

Para lograr esa percepción del otro es indispensable  entender el rol de esa persona en nuestra vida, algo que puede provenir de vidas pasadas, de situaciones presentes de los retos del alma o de consecuencias kármicas.

Por lo general, detecto esto a través de terapias de respuesta espiritual (TRE). Mediante esta terapia es posible saber si el enganche con la persona proviene de otro espacio-tiempo que conoceos como pasado.

Casi siempre, el diagnóstico con TRE indica que entre el atacante y la víctima existe un lazo kármico. Se trata de enemistades de varias vidas, en muchas de las cuales se intercambiaron los roles, por lo que la víctima del presente puede haber sido el atacante del pasado.

La única forma de romper este círculo kármico es que una de las dos personas deje de hacer ataques y se coloque en una frecuencia vibratoria distinta. Romper el lazo kármico de forma armónica implica además trabajar con los chakras e identificar nuestros propios enganches al conflicto.

De ahí la necesidad de llevar el proceso de forma vertical, como se explicó antes con el tema de los planos energéticos, para así colocarse en un plano más sutil, en una frecuencia distinta a la del atacante. De esta manera se suelta el enganche que sostiene la pelea.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *