Causa y efecto: enfrentar problemas derivados del karma

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Qué es el karma

El significado de la palabra karma en sánscrito es acción. Se trata de concepto que se genera en la India en el contexto del hinduismo, aunque también forma parte de las bases filosóficas del budismo y otras religiones orientales. Se acepta incluso en el cristianismo, pero con una denominación y basamento diferentes. Tiene que ver con la causalidad, el renacimiento y la reencarnación.

Las visiones hinduista y budista del karma coinciden en que sus efectos no son inmediatos. Se sufren a lo largo de incontables encarnaciones y es difícil determinar -para los seres no iluminados- que acción es la causante de los efectos que se experimentan. Sin embargo, es posible intuir las causas cuando evaluamos los resultados.

Si quieres conocer tu vida pasada, contempla tu estado presente. Si quieres conocer tu vida futura, contempla tus acciones presentes.

Gurú Rimponché S. Siglo VII a.C

El karma funciona entonces como una ley universal, que se encarga de crear equilibrio entre todas nuestras acciones de las vidas pasadas. La función que cumple no tiene que ver con lo que algunos piensan, que es dar castigo. Su función es crear experiencias para que el alma pueda desarrollarse y avanzar. Visto de esta manera, el karma realmente trabaja para nuestro aprendizaje.

¿Cómo se genera karma?

Antes de “despertar” y alcanzar esa iluminación, el alma va experimentando una serie de situaciones difíciles, donde va viviendo experiencias, cometiendo errores y pagando todas sus deudas kármicas. Es lo que los budistas llaman «la rueda kármica.

El karma se genera entonces a partir de los errores que se van cometiendo debido a la inconsciencia de nuestras personalidades en cada vida que experimentamos.

Nuestras intenciones y acciones van dejando huellas. Son como una especie de estelas que se acumulan en la simiente de nuestros cuerpos de la personalidad (a saber, físico-etérico, astral y mental). Estas simientes, que se conocen como átomos permanentes, perduran a lo largo de las vidas y guardan una memoria de todos nuestros actos en las diferentes encarnaciones.

El desencadenamiento y la maduración de los efectos de nuestras acciones dependen de muchos factores, que pueden mezclarse entre sí. Por ello, la manifestación kármica ocurre en una misma vida o alguna de las siguientes. Mientras tanto, es como una semilla que se ha plantado y está germinando. Cuando llega el momento da su fruto.

Durante este proceso de maduración, según lamas y gurús, es posible actuar para reducir o suprimir el karma que se está incubando. Opera aquí el «poder de los antídotos» que se explicará más adelante.

Vale aclarar que las deudas karmicas no se van pagando simplemente con sufrimiento. También se limpia el karma cuando aprendemos realmente la lección que veníamos a aprender y realizamos acciones altruistas. Sin ese aprendizaje, podemos experimentar una y otra vez que la misma desgracia, pensando que solo es fruto de la mala suerte.

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Cómo enfrentar un problema kármico

Para un adecuado manejo de las situaciones kármicas es importante comprender que todo ocurre por alguna razón, y que siempre hay un aprendizaje escondido. Son precisamente aquellas situaciones difíciles que hemos vivido las que nos muestran, de una u otra forma, las acciones negativas que hemos realizado en alguna vida anterior.

Los problemas recurrentes, las situaciones desagradables que se repiten en nuestra vida una y otra vez, con la misma o varias personas, son ejemplos de problemas que seguramente tiene origen kármico. Se pueden añadir también los obstáculos para alcanzar alguna meta o deseo, y los sucesos negativos inexplicables que nos ocurren de repente y lucen -a la vista no espiritual- como inmerecidos, en virtud de lo «buenos que hemos sido en esta vida».

Los problemas kármicos por lo general implican experiencias con otras personas, con las cuales establecemos un lazo kármico. Muchas veces esas personas se convierten en maestros disfrazados. Con estos seres podemos sostener vínculos difíciles, experiencias de odio y maldad y daños mutuos a lo largo de muchas vidas, pueden estar detrás del vínculo aunque no lo sepamos.

Es importante comprender que el encuentro con estos seres viene a recordarnos aquellas malas acciones que aún no hemos conscientizado y los problemas que no hemos resuelto. De ahí que estas personas se conviertan en «maestros disfrazados».

Si sabemos trascender la rueda kármica que nos mantiene repitiendo el daño mutuo vida tras vida, podemos romper el lazo que nos une a estas personas o situaciones. El perdón y la comprensión son necesarios.

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Si admitimos la teoría de la reencarnación, es probable que nuestros problemas actuales puedan tener su origen en vidas anteriores. Por ello, para trascender y superar un problema kármico, es importante actuar con consciencia.

El karma no es castigo

Ante una situación kármica, la estrategia de acción primaria es pensar que hemos elegido nuestras circunstancias actuales para resolver dichos problemas. Con ello se evita cometer el error de creer que el hecho de admitir unas circunstancias dolorosas como herencia kármica, se debe a que merecemos la desgracia que nos ha tocado.

Deducimos así que hemos hecho algo terrible y que por haber sido malos, merecemos los castigos kármicos. Esto lleva a sentimientos de culpa y resignación que no favorecen la transmutación de la energía negativa.

De esta forma, trabajar constructivamente para superar los problemas de esta encarnación implica considerar que las circunstancias adversas, o cualquier clase de circunstancias, son oportunidades para solucionar problemas que tal vez existen desde hace mucho tiempo.

A veces para resolver un problema solo necesitamos darnos cuenta de que podría ser de naturaleza kármica (tomar consciencia). Muchas veces este solo hecho deshace el misterio y elimina la confusión. De ese modo uno queda en libertad para hacerle frente desde un punto de vista práctico.

En lugar de decir que es un problema extraño que parece no tener ninguna causa, podemos decir sencillamente este problema parece tener sus orígenes en otra vida.

Existen terapias como la de Respuesta Espiritual, los Registros Akáshicos, regresiones a vidas pasadas. Con ellas una persona profesional y debidamente formada en estas especialidades puede abrir tus registros de vidas pasadas y darte una explicación detallada de lo que has venido a saldar en esta vida con ciertas personas o situaciones específicas. 

En la medida en que te hagas más consciente y manejes de la mejor forma un problema de origen kármico, es posible limpiar o transmutar esa energía sin necesidad de sufrir. Aunque habrá determinadas situaciones en las que hasta que no aprendas la lección y perdones de corazón a ti y los demás involucrados, no podrás superar el problema sin sufrimiento.

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La mayoría de los conflictos de pareja tienen origen kármico.

Acciones que ayudan a manejar el karma

Entender cómo funciona el karma es importante para aprender a manejar las leyes que permiten transmutar sus efectos en nuestra vida.

El manejo de estas leyes parte de la realización de una serie de acciones que podemos realizar con la intención de compensar o reducir el daño que hayamos provocado con nuestras acciones o intenciones. Ello implica lo siguiente:

  • Reconocimiento del daño que se ha causado. Mediante este acto se reflexiona acerca de los sucedido y se llega a la conclusión de que ha sido un error. Tal hecho quita peso a lo ocurrido.
  • Arrepentimiento sincero y determinación de que estas acciones no volverán a ocurrir. Esto implica no quedarse en el sentimiento de culpa, sino avanzar hacia la comprensión del error, de la inconsciencia que llevó a cometerlo. Si se hace consciencia no existirá el deseo de actuar otra vez de la misma forma. En caso de que no recordemos el error, porque ocurrió en otra vida, igualmente se debe admitir que fuimos capaces de cometerlo y reafirmamos la convicción de no volver a hacerlo.
  • Restaurar, en la medida de lo posible, el daño causado. A esta fuerza se le llama «el poder del refugio». Este poder se manifiesta sobre todo cuando no conocemos la causa del problema kármico. Por ejemplo, es posible que esta vida alguien ame a los animales y se dedique a ayudarlos. Con ello restaura el daño causado a los animales en otra vida, aún cuando no lo sepa.
  • Realizar acciones virtuosas, que generen buen karma. Puede partirse de hacer mantras, decretos u oraciones, pero es más fuerte la intención si se ofrece ayuda a otros y se realizan labores altruistas. Este karma positivo ayudará a contrarrestar el karma negativo que hemos acumulado. A esta fuerza se le llama el «poder de los antídotos».

Este poder de los antídotos se refuerza con el servicio. El concepto de servicio muchas veces se mezcla con el concepto de misión de vida, aunque en ocasiones ambos suelen ser mal entendidos. Podemos dar servicio tanto si conocemos nuestra misión de vida como si no.

El servicio implica ofrecer ayuda a otros. Esta ayuda es más valiosa en la medida en que le sirva a los demás para su crecimiento espiritual, más que material. Recuerda una de las máximas del maestro Jesús: «no le des el pescado, enséñale a pescar».

El ejercicio del servicio no solo limpia karma personal sino también familiar, pero no debe confundirse con sacrificio y mucho menos con penitencia. Tampoco implica que nos convirtamos en crisoles (aquellos que limpian las energías de otros a través de enfermedades y sufrimiento).

Las ayudas que ofrecemos mediante servicio no deben hacerse con la sola idea de limpiar karma pues se distorsiona la acción, tornándola interesada. Deben ser ayudas sinceras e incondicionales, sin buscar ningún tipo de reconocimiento. Por tanto, aquello que se ofrece a los demás debe ser algo que tengamos en abundancia.

Leyes a aplicar para manejar el karma

Puede ocurrir que en el proceso de realizar estas acciones, se mezclen actitudes y energías negativas de la personalidad que vuelven a sembrar la semilla del mal karma. Ten esto presente para hacerte consciente cuando ello ocurra.

La ira, el odio, el resentimiento pueden ser grandes obstáculos para que el antídoto funcione. Trabaja en transmutar esas energías. Entiende también que el poner en práctica estas acciones no implica que el karma se modifique de un día para otro. Recuerda, tomaste varias vidas para sembrar este resultado, no esperes eliminar lo sembrado en solo unos días.

Aún así, es posible el logro de cambios sustanciales en un marco de tiempo aceptable en esta vida, a veces hasta muy rápido. Toma en cuenta además que todas las acciones anteriormente expuestas, encajan dentro de un conjunto de leyes que se explican a continuación.

La gran ley: causa y efecto

Esta es la ley mayor del karma, la ley de causa y efecto: lo que siembres, es lo que cosecharás. Lo que hacemos en el Universo es lo que vuelve a nosotros. Si lo que queremos es la felicidad, la paz, la amistad, el amor… Entonces tenemos que estar contentos, pacíficos, agradables y amorosos, y ofrecer esta energía a los demás. La energía negativa enviada a otros vendrán de nuevo a ti, pero 10 veces más potente.

Ley de la creación

La vida no transcurre por sí sola, requiere de nuestra participación. Somos uno con el Universo dentro y fuera. Lo que nos rodea nos da pistas sobre nuestro estado interior. Sé y haz de ti mismo lo que quieres tener en tu vida.

Ley de la humildad

Lo que te niegas a aceptar, te va a seguir ocurriendo. Si vemos a alguien como un enemigo, o detectamos en otro un rasgo de carácter que encontramos negativo, esa energía que nos molesta puede estar dentro de uno, latente o manifiesta. Tenemos que aprender a ver en nosotros aquello que no nos gusta. Cuando lo logramos entonces estamos en un nivel superior de existencia. Mientras no lo reconocemos lo seguimos viendo como algo molesto en otros.

Ley del crecimiento

Para que podamos crecer en el espíritu somos nosotros los que debemos cambiar y no las personas, lugares o cosas que nos rodean. Los únicos dados que tenemos en nuestras vidas somos nosotros mismos, y es el único factor sobre el que tenemos control. Cuando cambiamos a quién y qué somos en nuestro corazón, nuestra vida también cambia.

Ley de responsabilidad

Cada vez que algo negativo sucede, hay algo que cambiar en mí. Somos el reflejo de lo que nos rodea y lo que nos rodea nos refleja que hay que asumir la responsabilidad de lo que está presente en nuestra vida.

Ley del enfoque

No se puede pensar en dos cosas al mismo tiempo. Tienes que ir subiendo la escalera con un paso a la vez. Cuando se pierde el enfoque en el que vamos, despierta la inseguridad, el miedo, la duda y la ira.

Ley de dar ejemplo con acciones

Si tú crees que algo es verdad, entonces en algún momento de tu vida serás llamado a demostrar que es verdad a través de tus acciones. Aquí es donde podemos poner en práctica lo que hemos aprendido y dar a otros a través del ejemplo.

Ley de la conexión o sincronicidad

Incluso si algo que hacemos parece insignificante, es muy importante saber que se hace en conexión con todo el Universo. Cada paso lleva al siguiente paso y así sucesivamente. Alguien tiene que hacer el trabajo inicial para que otro obtenga un resultado. Ni el primero ni el último paso son de mayor o menor importancia, porque ambos son necesarios para realizar la tarea.

Pasado, Presente, Futuro… Todos ellos están conectados. Nuestra vida es un conjunto de sincronicidades. Revisa tu pasado y determina cómo lo que pasó allí te llevó a tu vida presente, sea bueno o sea malo, en tu opinión. Revisa tu presente y verás cómo siembras las semillas de tu futuro. No hay necesidad de consultar oráculos si usas esta ley.

Ley del aquí y el ahora

Mirando hacia atrás podemos examinar lo que nos impide estar totalmente en el aquí y ahora. Pensamientos viejos, viejos patrones de comportamiento, viejos sueños… Ellos nos impiden tener renovaciones.

Ley del cambio

La historia se repite hasta que aprendamos las lecciones y hagamos las correcciones necesarias para cambiar nuestro camino.

Ley de la paciencia y la recompensa

Todas las recompensas requieren de un esfuerzo inicial. Recompensas de valor duradero requiere trabajo paciente y persistente. La alegría verdadera nos ayuda a seguir haciendo, y la recompensa que esperamos vendrá a su propio tiempo.

Ley de la importancia y la inspiración

El valor de algo es un resultado directo de la energía y la intención que se pone en él. Cada contribución personal es también una contribución a la totalidad. Las contribuciones mediocres no tienen ningún impacto en la totalidad y el trabajo puesto en el disminuye.

Entendiendo los ciclos del karma

Como se dijo anteriormente, el karma se manifiesta luego de un período de maduración que puede tardar una o varias vidas. Ese proceso de manifestación en nuestra vida se vincula con el aprendizaje del alma.

Si rápidamente comprendemos la relación causa y efecto del problema que enfrentamos, aplicamos las leyes anteriores y realizamos las acciones adecuadas se genera el antídoto necesario para aminorar los efectos.

Por el contrario, mientras más tardamos en comprender el problema y asimilar la lección, la situación sigue manifestándose repetidamente. Cada vez de forma más complicada.

Estas diferentes formas de manifestación se conocen como ciclos. Podemos, por ejemplo sufrir un problema kármico con parejas. Mientras no entendemos el aprendizaje detrás de esas malas experiencias de pareja podemos ir por la vida cambiando de pareja para enfrentar -una y otra vez- la misma situación con diferentes personas.

En consecuencia, cada experiencia con cada una de estas personas se corresponde a un ciclo del karma.

El tema se presentará de forma cíclica en nuestra vida, pasando de una etapa inicial en la que todo parece ir bien con la pareja hasta que llega un momento en que el problema se vuelve a presentar.

Esos ciclos se pueden visualizar como ondas. Cuando la onda está baja el karma está latente, es la etapa en que todo parece ir bien. Cuando la onda sube el karma está manifiesto y se presentan nuevas crisis.

En cada uno de los casos la forma de abordar la situación es diferente. En ambos casos vale recurrir al «poder del antídoto» a través de las acciones anteriormente explicadas. Pero esto se hace más fácil cuando el karma está en su ciclo bajo. Por tanto, estos lapsos de latencia son los ideales para la reflexión y el uso de las leyes que ya se mencionaron.

La mayor dificultad está cuando el karma está en fase manifestación. Podemos entrar en estados de desesperación que complican el manejo del problema. Usar el poder del antídoto es más difícil. Vale entonces recurrir al «poder del refugio».

El «poder del refugio» requiere el trabajo en el cuerpo emocional y en el uso de la oración como mecanismos para enfrentar la situación. Equilibrar los chakras, limpiar el aura, conectarse a tierra, realizar ejercicios de respiración servirán para armonizar el campo energético mientras se «calma la tormenta».

Conozco personas a quienes se les dificulta realizar estas actividades debido a la crisis y a que quieren soluciones rápidas. Pero si no se calman lo que logran es complicar el problema y generar más karma.

Una actividad de mucha ayuda en estos casos es la oración. La petición de clemencia y misericordia a ángeles y seres de luz suele ser útil. Se recomienda trabajar con los seres con los que seamos más afines: la Virgen del Monte Carmelo, el Arcángel Zadquiel o decretos con la llama violeta transmutadora.

En lo personal he experimentado también con la técnica para situaciones desesperadas. Se logra una especie de tregua. Sin embargo, todas estas acciones son paños de agua tibia. Ayudan a alcanzar un estado de tranquilidad, pero no resuelven el problema.

Este estado de calma será necesario para continuar el trabajo y seguir aplicando las leyes y realizando las acciones que permitan aprender la lección, sembrar un buen karma y lograr la superación definitiva del problema en el futuro.

Fuente: 
https://www.shurya.com/
https://goodsfromfar.com/

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